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Desde que disputaron sus dos primeros duelos con Miami como escenario, Nadal y Federer no habían vuelto a verse las caras en territorio estadounidense. En la tercera ronda de 2004 ganó el español (6-3, 6-3), en la final de 2005 Federer (2-6, 6-7, 7-6, 6-3, 6-1). Desde entonces, se han convertido en uno de los binomios más destacados de la historia de este deporte, que en Florida ha vivido su capítulo número 23. Un partido que acabó con victoria de Nadal por un marcador global de 6-3 y 6-2 tras una hora y dieciocho minutos de juego en un encuentro disputado en la Pista Central de Crandon Park.
El partido demostró desde el primer punto que sobre el tapete estaban, con permiso de Djokovic, los dos mejores tenistas del planeta. El nivel exhibido en sus primeros intercambios rayaron la perfección. Fue Nadal quien consiguió tomar ventaja antes del primer asueto en la silla merced a su presión al resto, obligando a Federer a jugar incómodos intercambios que no hicieron otra cosa en engrosar su nónima de errores no forzados (18 en el primer set) y aumentar su desespero. El break del balear cambió los esquemas del suizo, precipitado por momentos, inoperante ante el juego embaucador de Rafa, que no dio una sola bola por perdida, y que se mostró más ofensivo que en otras ocasiones, dejando golpes para el recuerdo como esos 'banana shot' marca de la casa. Rafa no sólo hizo acopio de unos números excelentes al servicio (cedió sólo dos puntos) sino que selló el primer acto a su favor con un nuevo break.
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